Fue tan, tan difícil decirte adiós, que aún lloro cuando te recuerdo.
Esa sonrisa que me sacabas siempre. Cuando me hacía daño en las rodillas, tu eras el primero que venía a secarme las lágrimas.
Es triste tener el mal recuerdo ese de cuando tu no me quisiste comprar una muñeca y yo me enfadé, y cuando llegaste a casa, ahí estaba, la muñeca que yo más quería.
Pero hay momentos que cubren otros, como cuando íbamos al parque y tu me ayudabas a subirme en el tobogán, o me empujabas en el columpio.
¿Qué fueron de esas tardes en el paseo con la bicicleta? Recuerdo la primera vez que me monté en una.. Me caí, pero ahí estabas tu, para amortiguar mi caída y doliera menos.
Echo de menos tu sonrisa, tu mano junto a la mía, tus ganas de verme crecer.. te echo de menos.
Tu y tus ganas de vivir tenían tanta luz, que podían encender una estrella.
¿Cómo olvidarte si fuiste uno de los motivos de mi sonrisa?
Tu que estás ahí arriba, guíame y no dejes que me pierda. No me sueltes nunca, te quiero abuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario