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viernes, 8 de marzo de 2013

La decisión de Anne.

Nada podía compararse con el dolor de aquella madre. Cada día, se sentía más culpable de la enfermedad de su hija.
Jamás quiso pensar que su preciosa niña, lo que ella más quería, algún día se convertiría en una estrella más.
No importaba el dolor que pasara su marido, ni su hijo, ni  Anne. Ella daba la vida.
Una sonrisa no tapaba lo que sentía aquel corazón.
Sin darse cuenta, hacía mucho daño a la más pequeña de la familia, solo por querer salvar la vida de una niña que por dentro estaba muerta.
Esa angustia, esas lágrimas, esos gritos. Nada iba a hacer que su hija se curara.
Hay veces, en la vida, que pensamos que dándolo todo, todo conseguimos, sin darnos cuenta que estamos equivocados. 
La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida si que nos los roba muchas veces y definitivamente. 



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